Historia


Cómo se fueron creando los clubes náuticos en la Argentina


Casi finalizando el siglo XIX, aproximándose el año 1900, entre los habitantes de Buenos Aires era creciente el interés y la pasión por la navegación deportiva o de placer, para lo cual se arrimaban a la costa del Río de la Plata.

A medida que aumentaba ese interés, se fueron creando instituciones a lo largo de la ribera. La primera fue el Yacht Club Argentino, fundado el 2 de Julio de 1883, luego le siguió el Tigre Sailing Club, el 20 de Noviembre de 1896.


El inicio de Los Ceibos


En el Río de la Plata, desemboca el arroyo White. En la actualidad está entubado y rectificado su curso, corre hoy bajo las calles Iberá, Campos Salles, entre el lindero norte del Tiro Federal Argentino y el CENARD, en el bajo del barrio de Belgrano, en la ahora Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

A principios del siglo XX, con sus costas frondosamente arboladas, era una buena zona de abrigo para las embarcaciones a vela, que los pescadores usaban, zarpando diariamente a realizar sus labores. A ese lugar concurrían jóvenes con la ilusión de salir a navegar, a cambio de dar una mano en las tareas de la navegación o la pesca y, a veces, podían abordar alguna de las embarcaciones que poseían los pescadores.

Los asiduos concurrentes, que muchas veces no podían zarpar, conformaban un gran grupo. Entre ellos estaba Juan Maranesi, quien decide en el año 1903 fundar Los Ceibos, un club que pretendió ser náutico pero fue la pesca su principal actividad.

Con la construcción de una casilla de tipo ribereña –sobre estacas– tuvo su sede en la orilla del arroyo White, a la que denominaron el rancho.

Cuando se asoció Eduardo Newbery, ingresó aportando a la flota su yate particular Tortuga, un scow de 4.50 m. de eslora con aparejo cat, un casco muy popularizado en los lagos y aguas calmas del sur de los Estados Unidos, que  mandó a construir en base a planos que había publicado la revista norteamericana The Rudder.

El Tortuga pronto fue conocido en las aguas del Plata desde Belgrano hasta San Isidro, yendo y viniendo con cuanto tripulante se le presentaba. Se lo distinguía fácilmente sobre el fondo de sauces de la costa, luciendo su veloz silueta. Se convirtió en una verdadera escuela de timoneles.

Entre asados y mateadas no faltaron las charlas con la opinión de Domingo Venturini, de oficio pescador, comentando de “salir afuera”, que animaron a los más entusiastas. Es entonces que con el Tortuga, de proa redonda, de fondo plano, gran manga, poco calado, bajo francobordo, aparejo excesivamente velado y débil estabilidad final, Eduardo Newbery se larga a Colonia (ROU), acompañado por su hermano, el ingeniero Jorge Newbery, dando así origen al interés por la navegación de crucero.

Fue así que Eduardo Newbery, con su gran espíritu de aventura a los deportes, –siendo su preferido, el navegar–, transformó y le cambió de nombre a Los Ceibos.


                                               Tortuga, embarcación de Eduardo Newbery.

                               Ilustración Redibujada: Gonzalo Alive

Se funda el Club Náutico Belgrano


El 1º de Enero de 1904, Eduardo Newbery tomó la iniciativa y fundó el Club Náutico Belgrano.

Fue su primer Comodoro. Entre los socios fundadores se encontraban los señores: Carlos Bava, el Doctor Doroteo Besañez, Gualterio Bolleta, Alfredo Maranesi, Juan Maranesi (ambos cuñados de Newbery), Angel  Piazza,  Jerónimo Riva, Esteban Scasso, Eugenio Sabaría, Juan Sabaría, Domingo Venturini y Emilio Vianello.

Todos ellos con la entusiasta esperanza de que la navegación se pudiera desarrollar en la nueva institución, dejando atrás el poder salir a navegar sólo cuando se producía una necesidad por parte de los pescadores.

Quedó así constituido el tercer club náutico de la República Argentina.


                                            Sede del Club Náutico Belgrano en el año 1908

                                                                     

Eduardo Newbery


Eduardo Federico Newbery, –su nombre completo– siguió la profesión de su padre, fue odontólogo. Nació en Buenos Aires el 17 de Febrero de 1878, tuvo 11 hermanos, uno de ellos fue el Ingeniero Jorge Newbery, pionero de la aviación argentina. Era hijo de Ralph Lamartine Newbery Purcell, norteamericano de ascendencia inglesa, intervino en la guerra de secesión de los Estados Unidos (1861-1865), se diplomó de cirujano odontólogo, y llevado por su gran pasión por las aventuras y por lo desconocido, en 1870 emprendió un viaje por el mundo en un barco a vela, y luego de una larga navegación, recaló en Buenos Aires. Vivieron allí desde 1888, en Moldes y Blanco Encalada.

Su madre, Dolores Celina Malagarie, era descendiente de vascos franceses. Con su esposa, Adela Cristina Maranesi, tuvieron dos hijos, Silvia y Eduardo.


                                                                   17 de Febrero de 1878
                                                                   17 de Octubre de 1908

La primera embarcación para los socios


El Yacht Club Argentino le obsequió a la nueva institución un bote auxiliar usado, denominado Macá. Este pequeño bote abierto de casco tingladillo, con una pequeña orza y un sencillo aparejo sloop, pasó a ser la primera embarcación para los socios del nuevo club.

Eduardo Newbery aportó  los pesos moneda nacional 135  que se necesitaban para la compra de la embarcación Hortencio, donando en 1906 la suma que se le adeudaba. Era un bote abierto, aparejado yawl, que había sido construido en Inglaterra. Por aquel entonces era de la mayor fineza que podía encontrarse en una embarcación de su tamaño. Sus perchas eran de bambú y sus velas de seda. Sobre todo, estas últimas, representaban un adelanto de lujo y como tal se las cuidaba. Se le compraron velas de algodón y pasó a ser otra embarcación para uso de los socios.



Se inician las regatas internas


El club empezó a organizar regatas. Tomaban parte las más diversas embarcaciones, muchas de ellas de pescadores y otras muy simples, aún con aparejos improvisados. No había idea de un handicap por fórmulas matemáticas y el recargo a los barcos se les daba “a ojo de buen cubero”. Variaba tanto como el viento o la altura de una marea, y eso traía discusiones entre los timoneles, que nada tenían que ver con la caballerosidad de un nave-

gante. Sin embargo se seguía corriendo, porque la semilla de las regatas había prendido en el Club Náutico Belgrano.

En los salones se realizaban bailes, conciertos y actividades sociales. Por entonces, el club no era exclusivamente náutico y, en las soleadas tardes, las damas gustaban tomar el té con masas en los jardines del club, viendo las regatas, mientras una orquesta ejecutaba piezas musicales.





Tapa y contratapa de las instrucciones de una regata ddel 16 de marzo de 1919, una de las últimas que se organizaron en la sede del bajo Belgrano.

                                                   Gentileza Familia Sabaría

Socio vitalicio, luego la última ascension


En la reunión realizada el 7 de Julio de 1906, la Comisión Directiva declaró a Eduardo Newbery socio vitalicio, por las donaciones y servicios prestados a la Institución.

El 17 de Octubre de 1908, Eduardo Newbery invitó a su amigo, el destacado yachtman Tomás Owen, a efectuar con él, su cuarta ascensión en el globo aerostático Pampero.

Luego de varias horas de acondicionar el globo e inflarlo, su amigo no concurría a la cita; confirmado que no se haría presente, entonces invitó a realizar la ascensión con él, al sargento Eduardo Romero, que procedía desde el palomar haciéndole entrega de una canasta con palomas mensajeras. Partieron desde el campo Los Ombúes, en la ahora esquina de Luis María Campos y Olleros.

Ninguno regresó, no habiéndose encontrado jamás el menor rastro del globo, ni de sus ocupantes. Aún persiste la duda, al no haber recibido mensaje alguno, porque las palomas eran llevadas para ese fin. Fueron las primeras víctimas de la aerostación argentina y latinoamericana.

El globo Pampero era propiedad de Aarón de Anchorena, muy amigo de los Newbery, y en una ascensión anterior que efectuó con Jorge Newbery, habían cruzado el Río de la Plata, bajando en las proximidades de Conchillas (ROU).

En una fotografía del globo instantes previos a ese viaje, se puede ver que en los salvavidas figura el nombre de Pampa, porque pertenecían a una embarcación a motor propiedad de Aarón.

Posteriormente Anchorena compró los campos de la margen Este de la desembocadura del Río San Juan (ROU) comúnmente denominada por los náuticos como “la barra del Río San Juan”. En lo que fue su estancia, hizo construir una torre que lleva su apellido y desde su mirador se ve fácilmente la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.




Esta es la última fotografía que se le tomó a Eduardo Newbery, estando ya en la barquilla del globo Pampero, instantes previos a la ascensión que realizó con el sargento Eduardo Romero. La persona que se ve detrás es Alfredo Lorenzo Palacios, quien en su juventud fue un apasionado de la aerostación.

Fotografía: Dirección de Estudios Históricos de la Fuerza Aérea Argentina

 

El progreso hace finalizar una etapa


En 1910, la construcción del terraplén paralelo a la costa del Río de la Plata, para el tendido de las vías del Ferrocarril Central Córdoba, cortó la vista al río desde la sede –la ubicación de la antigua sede del bajo de Belgrano, en la actualidad sería sobre la avenida Leopoldo Lugones y el lindero Norte entre el Tiro Federal Argentino y el CENARD–. Debajo del pequeño puente ferroviario sobre el arroyo White, no podían pasar los barcos con arboladura, quedando expuesta la flota de veleros en las amarras nuevas que se realizaron en la parte de afuera del terraplén del lado de la costa.

                                                                                    
Esto mucho preocupó a los más náuticos. El progreso les había inutilizado el esfuerzo de tantos años. En 1914, se construyó una nueva sede con frente al río, dotada de comodidades que hacían de ella una prolongación del hogar de cada uno de los socios. Este progreso estuvo unido a la dedicación de tiempo y a la labor de muchos socios, alternando la navegación con los trabajos del club. Los días de gran bajante, los pescadores que con carros podían tirar sus botes, salían y los veleristas se quedaban acarreando tierra.

El tema de no poder poseer un amarradero con el suficiente calado para las embarcaciones, preocupaba a los socios que navegaban a vela y el 8 de Mayo de 1917, en una agitada asamblea extraordinaria, se decidió por 52 votos a favor y 20 en contra comprar 940.76 varas2 , a un valor de pesos moneda nacional 470,38; más el costo de comisión, remate y escrituración.

Consistió en un lote de terreno, y posteriormente otro lindero, sobre el continente con frente al Río Luján, entre el canal San Fernando y el arroyo Pedro Tamagni, en San Fernando, provincia de Buenos Aires.


El cambio a San Fernando


Durante el año 1920, se trasladó a San Fernando la flota a vela. Para concretarse, se construyó una nueva y amplia sede social, y para poder atender las necesidades náuticas,  varadero, carpintería y sección pintura para el mantenimiento, se creó un astillero propio para la construcción de la futura flota.

Se inauguró oficialmente la sede de San Fernando el 23 de Noviembre de 1924.

Quedó aún por seis años más, en el bajo de Belgrano, la sede con muy pocos socios, algunas embarcaciones  menores y casi ningún velero. Sólo la actividad social daba vida a la antigua sede, pero poco a poco fue decayendo al no ser visitada por los socios. Posteriormente se desarmaron las instalaciones y caducó entonces la concesión municipal.


Vito Dumas, se inició en nuestro club


En el año 1921, empezó a concurrir y realizó sus primeras salidas, Vito Dumas.

Compartió con socios navegaciones como invitado, durante tres años. Se asoció al Club Náutico Belgrano el 16 de Octubre de 1924. Para muchos argentinos, Vito Dumas es sólo un nombre y apellido, para otros, define a un señor con dignidad y valentía marinera, que nos supo representar por los mares del mundo. Era un argentino, navegante solitario que dio la vuelta al mundo, no por el lado más fácil, con su embarcación L.E.H.G. II, un queche doble proa con aparejo Marconi, de sólo 9.55 m. de eslora, 3.30 m. de manga y 1.70 m. de calado, con 3.000 kg. de lastre y un desplazamiento de 9.000 kg.. En la actualidad la embarcación está expuesta en el Museo Naval de la Nación, Paseo Victorica 602, Tigre, provincia de Buenos Aires.


                    Ficha de ingreso presentada por Vito Dumas.

                                   Reproducción: Archivo C.N.B.
Acta Nº 69 del 16 de Octubre de 1924. Se acepta como socio activo al Señor Vito Dumas.

Reproducción: Archivo C.N.B.

En la fotografía, se aprecia la sencillez de un grande. Vito Dumas en Wellington, Nueva Zelanda, 1943.

Reproducción: Tapa de la revista Bienvenido a Bordo Nº 41, Julio 1993

El astillero del Club Náutico Belgrano


En 1925 se construyeron las embarcaciones  Ares y Nereo. Luego, en 1927, Argos y Temis, todas de la clase Colleen.

En el año 1931 se construyeron las embarcaciones  Hermes y Poseidón, de la clase Río de la Plata, botadas en 1932.
                                                             
                                            
Seguidamente se construyeron las embarcaciones Delfos, Ponto, Teseo y Ulises, todas de la clase argentina 4.50 m., dibujo de Manuel Maximiliano Campos.

En el año 1942, se compraron dos yolas de la clase olímpica, Céfiro y Bóreas.

Conforme a la tradición, las embarcaciones deportivas  propiedad del club, llevan nombres de la mitología griega.

Con las embarcaciones del club, y las de los asociados, se conformó la flota que se presentaba a las regatas. Tampoco faltó la participación en competencias a motor, con embarcaciones de los socios, y se organizaban Festivales de Motonáutica –como se los solía llamar–.

En el orden en que fueron envejeciendo las embarcaciones, se fueron vendiendo, quedando solamente los dos Río de la Plata, como barcos escuela y para las regatas.

                                                 Una de las Yolas, navegando en popa.

                            Clase Argentina 4,50 m., en una ceñida.


     Poseidón. clase Río de la Plata con aparejo Wayra, como barco de Comisión de Regatas.

Durante la Regata Copa Yacht Cluab Paysandú, largada , se realizó un concurso fotográfico. Esta toma fue la mejor, obtuvo una medalla, los barcos son Quixote y Sheharazade.

                         Ares, de la clase Colleen, participando en una regata del año 1942.


Hermes y Poseidón, de la clase Río de la Plata, en una clase práctica, durante un curso de timoneles.


                                                                            Outboard


                                                                         Monotipo


Hermes II, de la clase H 19, uno de los actuales barcos escuela y para uso de los socios.


Mástil erigido por la gentil donación de los socios Jorge M. Ithurbide y Humberto V. Piaggio, con los herrajes donados por el socio Federico K. Wentzel, inaugurado el 25 de Mayo de 1939.

Fotos Gentileza, Alfredo Jorge Castro; Mario Siccardi; Humberto Piaggi; revista Neptunia Nº 233 Diciembre de 1940; Juan Luis Montanari y archivo C.N.B.

 

Los años pasan y las amarras siguen igual


Con trabajo y empeño fueron pasando los años, pero la imposibilidad de poder modernizar las amarras siempre preocupó a las distintas Comisiones Directivas: la flota se amarraba en dos andanas sobre el Río Luján.

                                               
Durante más de una década, entre 1964 y 1976, estuvo vigente el proyecto de “las tierras de Punta Chica”, una fracción sobre el continente con frente al Río Luján, que nos sería entregada en concesión, para compartir con el Tigre Sailing Club, y nos permitiría tener nuestras amarras en dársena de aguas calmas. Luego de ser otorgadas, sin poder tomar la posesión, se realizaron intensas reuniones en San Fernando y en La Plata, con los más diversos funcionarios. Nos comunicaron que se habían extraviado todos los antecedentes, y posteriormente nos fue negada definitivamente la posesión a los clubes náuticos peticionantes, para ser luego entregada a emprendimientos de una Marina y un Puerto, ambos privados. Nuestra flota siguió como hasta entonces, amarrada en las dos andanas sobre el Río Luján.


El final de la clásica construcción  ribereña


El incendio que se inició a las 23.30 horas del 31 de Diciembre de 1975, en 45 minutos destruyó totalmente la sede social: el salón comedor, vestuarios, dormitorios, pañol de velas, pañol de herramientas y sanitarios. También dañó a dos embarcaciones de socios que estaban en el varadero para ser reparadas.

Las características del antiguo edificio de madera, con sus muchas capas de pintura, sus pisos curados con la tradición ribereña –al gasoil–, sumaron todos los elementos necesarios para que al producirse el cortocircuito no quedara nada material, sólo el recuerdo.









Fotos: gentileza Eduardo Martinez Siccardi y administración C.N.B.



Inmediatamente surgieron los proyectos de varios socios profesionales afines al tema y, en 37 días, el 6 de Febrero de 1976, en asamblea extraordinaria, se aprobó uno para la construcción de la nueva sede, concretándose su finalización en tres años.

Con el espíritu que siempre caracterizará al Club Náutico Belgrano, nos unimos los miembros de la Comisión Directiva y algunos socios que nos acompañaron, durante el invierno de 1976, todos los sábados y domingos, aún con frío y lluvia, se servía el almuerzo bajo un improvisado alero de viejas chapas y muchos de esos días se almorzaba con el traje de agua puesto. A esa cita no se debía faltar y, con la llegada de la primavera, se fueron sumando más socios acompañados por sus respectivas familias; de ese modo, socialmente, fuimos zafando de la varadura que nos impuso el fuego.                                                          

Los cursos de 1976 no se interrumpieron, se realizaron con dos juegos de velas para los veleros clase Río de la Plata, gentilmente prestados por el Yacht Club Olivos.

Al quemarse el pañol de velas, la flota del club y gran parte de las embarcaciones de los socios no poseían velas, pocos barcos tenían cabina. Era costumbre guardar las velas en el pañol, por ser un lugar más seco, ya que muchas eran de algodón y se las colgaba allí para que se secaran.


Las amarras en dársena y el alquiler del terreno con un convenio


Ante la necesidad de mejorar y modernizar las dos andanas de amarras sobre el Río Luján, en 1977, se alquilaron dos lotes en la otra margen del río, frente a nuestra sede, se dragó una dársena para toda la flota de la institución, se colocaron postes para amarrar. Pero no se podía desembarcar sobre la isla.

Esto creó entre los socios el ánimo de que se fuera estudiando la posibilidad de buscar una fracción de isla que fuera operativa para nuestras necesidades y realizar la compra en un futuro no muy lejano, con el deseo de crecer y tener nuestra dársena propia. El alquiler de la primera dársena tenía como convenio que al finalizar la locación, la obra realizada quedara para quienes nos alquilaban.

En el año 1979, se adquirió otra embarcación clase Río de la Plata denominada Driué, por tradición náutica a este velero no se le cambió el nombre, entonces la flota de esa clase sumó a tres los barcos escuela.

En el año 1986 se decide renovar la flota de los barcos escuela y se aprueba la venta de dos veleros de la clase Río de la Plata, Hermes y Poseidón, ya que en 1985 se había comprado una embarcación clase H 19 y en 1986 otra embarcación de la misma clase, las cuales llevan el nombre de Hermes II y Poseidón II. En los días que no están afectadas a la instrucción, pueden ser utilizadas por los socios que poseen la habilitación para navegarlas.

En 1987 se procedió a la venta del último velero clase Río de la Plata, el Driué.

                    
                                                   En regata  "Ulises" Gentileza C.N.B

                                                 En regata  "Delfos". Gentileza C.N.B


                                                                    
A mediados de 1988 quedó habilitada por la Comisión Nacional de Comunicaciones, la estación radioeléctrica Costera Belgrano con la sigla distintiva LSD 823.

En 1989 se construyó el aula “Crucero General Belgrano”, donde se dictan las clases teóricas de navegación a vela o motor, también se utiliza para charlas didácticas o técnicas sobre temas náuticos y para uso de los socios. El aula posee amplias mesas para trabajar sobre las cartas náuticas durante la instrucción teórica de los cursos.

Con la intención de crecer y mejorar el servicio a los socios, en la asamblea extraordinaria del 21 de Julio de 1990, se decidió comprar una fracción de isla de 15.000 m2 a una milla y un cable aguas arriba sobre el Río Luján, en la que se inició la construcción de una dársena, y se dragó el canal de acceso y un espejo de agua de 900 m2.

Luego por la asamblea extraordinaria del 2 de Julio de 1994 se decidió la venta y la inmediata compra de otra fracción de isla para construir otra dársena más cercana a la sede, y poder los socios amarrar con comodidad sus embarcaciones, poseer vigilancia nocturna y una buena iluminación en toda la superficie de la dársena, con la tan ansiada posibilidad de bajar a tierra en la isla, disfrutar del parque y de todos los servicios. El 6 de Junio de 1995 se compró y escrituró, tomando la posesión. Son 17.920 m2 de isla casi frente a nuestra sede, en la otra margen del Río Luján y contrafrente al arroyo Abra Vieja, donde se dragó inicialmente una dársena con una superficie de 3.570 m2 a una profundidad de -2.50 metros bajo el cero de San Fernando.
Todos los servicios que se proyectaron al momento de la compra se realizaron y posteriormente se tablestaco la parte faltante del frente sobre el Río Luján y el canal de acceso, el que aún se está tablaestacando, por lo que sigue en obra.

Para  aumentar la disponibilidad de amarras y optimizarlas, mejorando la maniobra de los barcos y las lanchas de cruce, durante el año 2003 se dragaron 1.254 m2  más, a la misma profundidad anterior, elevando el parque otros 90 centímetros más, llegando ahora a una cota aproximada de +4.10 metros sobre el cero de San Fernando, dejando una superficie de parque para uso de los socios y sus invitados de 13.096 m2, en la que se construyeron parrillas, quincho, baños, se reforestó un nuevo monte de sauces y sobre el arroyo Abra Vieja se creó una playa de arena.
                                                  
                                                               
La realización anual del campeonato interno de regatas convoca a todos los asociados, participando más de quince barcos durante toda la temporada. La caballerosidad náutica se ve en cada una de las regatas.

Al partir a ellas los participantes remolcan a quienes lo necesitan. Instantes previos a la largada hay un silencio sepulcral, sólo miramos que nadie se pase anticipadamente de la línea, tratando de largar lo mejor posible. Y al finalizar, cualquiera sea el resultado de la regata, nos esperamos para volver a remolcar  y regresar todos juntos a compartir el almuerzo o un sabrosísimo asado.

En el ejercicio Nº 99 cerrado el 30 de Junio de 2003 contabilizamos 6 socios honorarios, 1 socia honoraria vitalicia, 10 socios vitalicios, 59 socios activos, 1 socia activa y 50 embarcaciones con amarra en la dársena.

Es difícil en lo económico con pocos socios y una cantidad reducida de embarcaciones, pero es ésta la realidad. La cantidad de socios y embarcaciones siempre queda en balanza, con la ecuación un socio, una amarra y eso en la náutica casi no se puede revertir, pero la Institución mantiene operativos todos los servicios que el club brinda. Paga a su personal, las cargas sociales y las obras que se realizan. Estos son los ya conocidos problemas de cualquier club, pero más porque es pequeño, aún así crecemos, proyectando  nuevas obras, que luego con mucho esfuerzo realizamos para posteriormente optimizarlas.
                         
En el salón comedor aún persiste una vieja tradición del Belgrano, una larga mesa. En ella los de mayor antigüedad compartimos los almuerzos o las cenas, donde se integra a los nuevos socios que así lo deseen. Brindamos por unas buenas singladuras, charlamos de náutica compartiendo un buen café y tratamos de no hablar de economía, política o religión.


                         

                           

Llegó el 100 aniversario de nuestro querido Club Náutico Belgrano, memorable ocasión en la que esperamos recibir a los nuevos socios con sus embarcaciones, en nuestra Institución ahora “centenaria”, con flota, dársena, isla, sede, parque, varadero, galpón y estacionamiento, todo sobre terrenos propios.


                                                             

                                                    Vista de la Dársena en nuestra isla.

                                                              Foto: Jorge Sánchez



Relatos y fotos, extraídos del Libro " El Centenario del Club Náutico Belgrano" escrito y recopilado por el Señor Juan Luis Montanari, editado en el año 2003.


 


Prólogo del mismo


Cuando la Comisión Directiva me designó para organizar los actos correspondientes a los cien años de la fundación de nuestro querido Club Náutico Belgrano, estimé conveniente publicar su historia. Con dedicación y cariño he leído las actas de reunión y de asambleas desde las más antiguas. Asimismo he recorrido bibliotecas consultando las publicaciones, encontrando escasos textos que mencionaran al Club Náutico Belgrano, en su ya larga trayectoria. La información de las actas me brindó un material de gran interés, lo que me decidió aún más  a darle vida a este pequeño libro, para que se conociera esta historia. Con el aporte del archivo del club, la búsqueda de datos históricos, las antiguas fotografías y el redibujado de ilustraciones ya publicadas, fui vistiendo la diagramación de la presente edición.


En ella sólo mencioné los hechos que hicieron a la vida institucional, y traté de no nombrar a los socios ni sus embarcaciones, para no olvidar a algunos y ponderar a otros; son ya casi 2550 las personas que han presentado solicitud para asociarse y alguien podría quedar injustamente en el olvido.


Tener en mis manos la última fotografía tomada a Eduardo Newbery, las instrucciones de regata de 1919, las fotografías antiguas que se publican y otros documentos históricos, realmente me emocionó.


Dedico este libro a los socios que soltaron la amarra de la vida, a ellos mi mayor respeto; a los vitalicios con quienes aprendí y compartí muchos años, antigüedad que ya poseo para que en el futuro también  yo sea vitalicio, consciente de que cuando ello ocurra, lamentaré que se me haya ido un amigo; a todos los socios con quienes comparto el crecimiento y las cosas que hacemos para que el club nos las devuelva en servicios y muy especialmente a la juventud. A los jóvenes que se acercan a la costa con el anhelo de aprender a navegar, para que al leer la historia en estas páginas puedan entender cómo las personas que se unen con convicción y fe, pueden hacer cosas en una Institución, que ni el fuego pudo hacelas desistir. El incendio fue como la yerra, algunos quedamos marcados con el C.N.B., es como cuando se orejean los naipes jugando al truco, nos dimos cuenta de que somos del mismo palo.


Sea este libro carta de presentación para iniciar el Centenario del Club Náutico Belgrano y "Press Book" para mis colegas periodistas. Encontrarán en él los datos necesarios para realizar una nota en los medios que representen. A los medios periodísticos que lo soliciten por nota o e-mail, se les entregará la composición electrónica del texto y las imágenes digitalizadas en alta resolución con sus correspondientes epígrafes, grabadas en un CD operable en Macintosh o PC.


Si desean profundizar sobre detalles específicos de la historia del Club Náutico Belgrano, gentilmente se los atenderá.


                                                                                                                                                             


                                                                                                                                                               Juan Luis Montanari